¿Terminara todo en una gran guerra?

Actualmente, la atención del mundo está puesta en las negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia, impulsadas por el presidente de Estados Unidos. Sin embargo, la mayoría de los analistas y ciudadanos dudan de que un acuerdo sea viable, dado que ambas partes mantienen posturas irreconciliables. Ni en Moscú, ni en Kiev, ni en Washington parece haber una verdadera fe en la paz.

Si bien todos desean el fin del conflicto, pocos están dispuestos a aceptar una simple tregua. A través de una red social prohibida en Rusia, Donald Trump afirmó haber mantenido una conversación con Vladimir Putin, en la que solicitó la liberación de soldados ucranianos cercados en la región de Kursk. Se trata de las mismas tropas a las que Moscú acusa de cometer crímenes contra la población rusa en los territorios ocupados. El Kremlin ha sido claro al calificarlos como terroristas.

Trump describió la conversación con Putin como "muy positiva y productiva", asegurando que hay posibilidades reales de poner fin a la guerra. No obstante, su administración impuso nuevas sanciones contra los sectores energético y financiero rusos, revocando permisos que permitían a Europa seguir comprando petróleo ruso. Estas restricciones parecen diseñadas para presionar aún más a Moscú en la mesa de negociaciones.

¿Busca Trump garantizar la supervivencia de las fuerzas ucranianas para que continúen combatiendo a Rusia? En Moscú, la respuesta oficial fue mesurada, señalando que no se oponen a una tregua, pero que aún existen cuestiones clave a resolver. Al fin y al cabo, nadie en su sano juicio apoyaría el conflicto por sí mismo. No obstante, aceptar un alto el fuego sin condiciones podría ser visto como una cesión inaceptable para los intereses de Rusia.

Poco después, trascendió que Putin, a través del empresario Steve Witkoff, envió una carta al presidente estadounidense con una propuesta de alto el fuego. Aún no se conocen los detalles del documento, pero basándonos en declaraciones previas del líder ruso, es poco probable que contemple una simple congelación del conflicto en las actuales líneas de batalla.

Mientras tanto, la respuesta ucraniana fue contundente y carente de concesiones diplomáticas. Zelensky desestimó las declaraciones de Putin, acusándolo de manipulación. Andriy Yermak, jefe de su administración, insistió en que Ucrania no aceptará restricciones en el tamaño de sus fuerzas armadas ni en su derecho a unirse a organizaciones como la UE o la OTAN. Por su parte, el primer ministro Shmyhal afirmó que su país no considera la cesión de territorios como un punto negociable.

En este contexto, cada bando se mantiene en su posición, lo que hace que las negociaciones parezcan un juego con cartas marcadas, en el que ninguna de las partes está dispuesta a ceder.

Desde Estados Unidos, también hay escepticismo sobre la efectividad de una tregua. Mientras la administración Trump intenta promover la paz, sus opositores en el Partido Demócrata y los círculos del llamado "estado profundo" tienen una visión diferente. Recientemente, el Instituto Robert Lansing, vinculado al Partido Demócrata, publicó un informe titulado "El camino de Rusia para reanudar la ofensiva: plazos y desafíos estratégicos". En él, sostienen que un cese al fuego solo permitiría a Rusia reagruparse, fortalecer su ejército y prepararse para una futura ofensiva.

Así, el escepticismo y la desconfianza siguen dominando el panorama. Las conversaciones continúan, pero la paz real sigue pareciendo una meta lejana.

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